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Café, en su justa medida

En botánica lo conocemos coloquialmente por el cafeto (Coffea arabica), es el nombre de la planta que da vida a la segunda bebida más consumida a nivel mundial. Esta popularidad la convierte en uno de los productos vegetales más importantes del mundo global.

Esta bebida organoléptica de aroma intenso es muy antigua, se sabe que los primeros cristianos coptos ya la consumían para mantenerse despiertos.

Los usos medicinales de la planta van desde el aprovechamiento de sus hojas verdes, con sus propiedades febrífugas y antirreumáticas; hasta los usos alimenticios de las semillas tostadas.

Tengo que decir que la toma de café tiene que ser prudente por parte del que lo consume. El café es un estimulante que crea hábito, pero un uso moderado resulta beneficioso por sus propiedades terapéuticas. Paso a describir sus “pros y contras”:

La cafeína es el componente más conocido, pero no es el único fitoquímico presente. El ácido clorogénico es otro de los que aparecen como potente antioxidante cargado de principios amargos que le otorgan propiedades digestivas y hepático biliares, pero tomado en exceso podría provocar el efecto contrario, originando dolor de estómago, acidez, flatulencia, irritación intestinal o diarrea.

El café contiene más de 30 compuestos con propiedades antioxidantes reconocidas. El formato de cafetera express es del que resulta la mejor bebida para eliminar radicales libres, que son los causantes de numerosas enfermedades degenerativas.

El ácido cafético y la escopoletina junto con la cafeína contienen propiedades analgésicas y vasoconstrictoras que explican los efectos beneficiosos en los dolores de cabeza por desinflamar los vasos craneales.

En rendimiento deportivo se puede utilizar de forma puntual como estimulante de la producción de catecolaminas como la adrenalina. Aunque si el café se toma de forma habitual los efectos de la cafeína se habrán perdido por haber desarrollado tolerancia a esta sustancia. Si el deportista tiene anemia y sus niveles de hierro o ferritina son bajos, debe de abstenerse de tomar café. Si aun así lo toma, siempre estará alejado de las comidas principales y de los suplementos habituales; de esta manera no afectará la captación, ni la absorción de los mismos.

El café es protector del hígado, especialmente en caso de cirrosis alcohólica, en hepatitis viral e hipercolesterolemia. También es regulador del metabolismo del páncreas, demostrándose que el ácido clorogénico disminuye la absorción de la glucosa a nivel intestinal y esto se traduce en un menor índice glicérico.

En casos de sobrepeso u obesidad es un “quema grasas” por el aumento de la termogénesis y el gasto energético.  Sus propiedades diuréticas favorecen la eliminación de la retención de líquido gracias a la presencia de la teobromina y la cafeína.

En embarazo lo desaconsejo totalmente por estar asociado a bajo peso en el recién nacido. En la lactancia indico el cambio del café por infusiones propias para ayudar al bebé a evitar cólicos del lactante.

Lógicamente, si hay problemas de ansiedad, nerviosismo, irritabilidad o insomnio es mejor abstenerse de su consumo o dejarlo bajo mínimos. 

Mi recomendación es un café express al día (entre 80mg a 150mg y nunca sobrepasar 200mg por taza), de tueste natural, preferiblemente sólo, sin azúcares ni edulcorantes, se puede añadir stevia o un poco de miel.

En definitiva, todas las sustancias naturales tienen sus beneficios, pero en realidad, sus efectos nocivos o saludables dependen de la cantidad que se consuma. Para los amantes del café conscientes de la salud siempre hay una forma justa de disfrutarlo.

Cris Parga

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